La causa conocida como la “secta rusa de Bariloche” sumó en las últimas horas un nuevo capítulo de gran sensibilidad institucional y proyección internacional. Elena Makarova, la única mujer considerada como presunta víctima en el expediente, envió una carta al presidente Javier Milei para solicitar su intervención directa y denunciar que sufrió “humillación y atropello incompatibles con un Estado de derecho” durante su estadía en la Argentina.
La misiva, a la que tuvo acceso la Agencia Noticias Argentinas, también fue enviada a la Embajada de Rusia, a organismos de derechos humanos y a instituciones internacionales como la ONU, la OEA, Human Rights Watch y Amnistía Internacional, lo que podría escalar el caso a niveles diplomáticos.
La causa se inició en marzo, cuando una joven rusa de 22 años dio a luz en un hospital de Bariloche. La investigación sostiene que el nacimiento tenía como fin registrar al bebé como hijo de Konstantin Rudnev, el líder de la supuesta secta rusa, para que el recién nacido obtuviera la nacionalidad argentina y el líder de la secta evadiera un pedido de captura internacional emitido por la República de Montenegro.
Una madre que llegó al país escapando de la violencia
En su carta, Makarova detalló que arribó a la Argentina huyendo de una situación de violencia doméstica en Rusia y buscando un lugar seguro para dar a luz a su hijo, Miroslav. Sin hablar español, explicó que dependió completamente de Nadezhda Belyakova (conocida como Angelina) y de Svetlana Komkova, una traductora radicada en Brasil.
“Ellas fueron mi único apoyo y guía”, escribió la joven, que sostiene que ambas mujeres “terminaron injustamente acusadas tras el parto”, situación que dio origen a la investigación que la Justicia y la prensa bautizaron como “secta rusa”.
Denuncias de prácticas médicas sin consentimiento
Según su testimonio, todo comenzó en el Hospital Zonal Ramón Carrillo de Bariloche, donde afirma haber sido sometida a procedimientos médicos sin consentimiento, entre ellos “una inducción forzada del parto” que había rechazado reiteradas veces.
También denunció que fue presionada para revelar la identidad del padre, bajo amenazas veladas de que no podría retirarse del hospital con su bebé.
Tras el nacimiento, asegura que le confiscaron el teléfono, los documentos, y que fue separada de sus acompañantes, generando un estado de aislamiento que se prolongó incluso fuera del hospital.
“No era protección: era privación de libertad”
La joven relató que luego fue trasladada a un refugio, donde vivió bajo vigilancia, con restricciones de movimiento y sin condiciones adecuadas para ella y su hijo recién nacido.
Asegura además que al bebé le aplicaron cuatro vacunas en un mismo día sin supervisión suficiente, lo que —según afirma— generó complicaciones en su salud. “No era protección: era privación de libertad disfrazada de asistencia”, sostuvo en su carta al presidente.
Makarova apuntó directamente contra los fiscales Tomás Labal, Gustavo Revora, Rodrigo Treviranus y Oscar Fernando Arrigo, a quienes acusa de haber construido “una historia falsa” para sostener una acusación inexistente. “Ignoraron pruebas de mi inocencia y destruyeron la vida de muchas personas”, afirmó.
La joven sostiene que hubo presiones para obtener declaraciones, intentos de bloquear documentación, encubrimiento de irregularidades médicas y una manipulación sistemática de la causa.
Denuncia la retención de 21 ciudadanos rusos
Uno de los pasajes más contundentes de la carta denuncia que 21 ciudadanos rusos continúan retenidos en la Argentina, sin posibilidad de salir del país y sin acceso a sus documentos. Makarova aseguró que algunas de estas personas perdieron dinero, pertenencias y quedaron sin medios económicos ni estatus legal claro, al tiempo que son sometidas a “vigilancia estatal”.
Los cinco pedidos a Milei
En el tramo final, la joven le formula a Milei cinco reclamos concretos: una investigación independiente sobre el accionar de la fiscalía y el hospital; protección humanitaria y liberación de los ciudadanos rusos retenidos; restitución del honor de quienes fueron “falsamente acusados”; cierre de la causa por falta de pruebas y un gesto político que reafirme que la Argentina “sigue siendo un país de Justicia”.
“Le ruego intervenir, no solo por mí, sino por todas las mujeres y madres que hoy sufren en silencio”, escribió.
Makarova, que hoy reside en Rusia junto a su hijo, aclaró que no busca beneficios personales: “He regresado a Rusia, pero mi corazón sigue en la Argentina con quienes aún sufren allí”.
Fuentes diplomáticas admiten que la Embajada de Rusia en Buenos Aires ya analiza la presentación, lo que abre la posibilidad de un pronunciamiento oficial y un nuevo nivel de tensión en una causa que nunca dejó de generar controversia